AL RITMO DE UN SON


Al ritmo de un Son
La historia de la música cubana en general, y de la guajira en sí, puede ser algo que, actualmente, me desborde, dado el vasto potencial que atesora, y principalmente, como ya sabe el visitante asiduo a este blogcumental, a la falta sangrante de referencias gráficas y sonoras adecuadas en mi propia base de datos, debido a la pérdida del material disponible para llevar este proyecto a cabo, al menos en sus primeros estadios, a la espera de encontrar la financiación necesaria para afrontarlo en profundidad, pero, o abordo este tema, o hablo del tiempo.
Sin embargo, para no hablar del tiempo, es preciso decir que a estas alturas, nadie duda de ese potencial al que anteriormente hacía mención. Y no solo gracias a nombres como Antonio Machín, Tito Puente, Celia Cruz, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amara Portuondo, Compay Segundo o la Buena Vista Social Club, solo por nombrar a algunos de sus más reconocidos embajadores a lo largo de las últimas décadas. Pero estos nombres no son más que un ínfimo porcentaje de lo que el campo musical cubano en sí atesora. Y hablo de Cuba porque este es el campo de trabajo, pero la música guajira en sí se extiende por todo el ámbito caribeño. ¿Hace falta nombrar el Mambo, la Bachata, el Vallenato, la Cumbia o el Reggae? Y solo por citar algunos ejemplos.

En realidad todos estos ritmos tienen una base común, procedente de los ritmos afrocaribeños, con todo lo que conlleva en sus aspectos folklóricos y populares, y que han influenciado en gran medida el modo y la forma de hacer música por parte de otras culturas, no solo las de habla hispana. La música cubana es un acertado mestizaje del folklore musical español y de los ritmos africanos. Es preciso considerar que, en el fondo, este mestizaje por sí mismo no ha inventado nada original, dados sus orígenes mestizos o de mezcla de ritmos, pero es de ley reconocer que en lo referente a melodías y a los propios ritmos en sí, la riqueza cultural y musical que arrastran es de lo más variada.
Pero sus comienzos, al menos en la antigua colonia hispana, no fueron fáciles, ya que las autoridades coloniales no estaban por la fiesta, si no por llenarse el bolsillo lo antes posible, imitando a los cónsules romanos.
A lo largo del siglo XIX, y dado el bien definido carácter festivo y popular de la música, debido a sus raíces negras, las prohibiciones estaban a la orden del día. Interesaba que los esclavos trabajasen, no que perdiesen el tiempo divirtiéndose, acto punible y perseguido por la guardia civil, que, aparte de tener que mantener escaramuzas con los insurrectos mambises, dedicaba buena parte de su tiempo a recorrer la manigua (monte), dispersando los llamados "juegos de monte", los "fandangos" (bailes), las peleas de gallos, y a todas aquellas charangas improvisadas que tuviesen la mala ocurrencia de desafiar el poder colonial y no contasen con la pertinente autorización para hacer públicos sus ritmos. No fueran a ser los generales mambises, o los mismísimos José Martí, Maceo o Máximo Gómez los que estuviesen improvisando ritmos en aquellas charangas. El absurdo alcanzó límites kafkianos tras la ley de abolición de 1886, pues pese a ser libertos, las matanzas provocadas por los alzamientos de esclavos en Haití todavía estaban frescas, lo que redundó en las prohibiciones por parte del gobierno colonial a los cabildos de esclavos, negándoseles la libre circulación por las calles y el derecho de reunión en los días de Nochebuena y el día de Reyes. Y que a nadie se le ocurriera improvisar por la calle unos pasos de baile, ni blancos ni negros ni mestizos...
Pese a todas estas prohibiciones, en las comunidades más alejadas de las metrópolis, los guajiros, haciendo caso omiso a las prohibiciones, y haciendo honor al calor de su sangre, se reunían en las bodegas de los bateys, y a ritmo de guitarra, bandurria, percusiones improvisadas con cualquier objeto al uso que se prestase, e incluso botellas y vasos para marcar el ritmo, se arrancaban por zapateados y rumbas, improvisando décimas, mientras la guardia civil se perdía por la manigua en busca de insurrectos mambises, que por lo general, solían festejar la presencia de los beneméritos representantes del orden colonial ofreciéndoles una fiesta a ritmo de fuego graneado y machetazos.
A lo largo de estos oscuros años se popularizaron ritmos y nombres. La Bayamesa se considera la primera composición propiamente cubana, por cubanos y para cubanos. Fue compuesta por Carlos Manuel de Céspedes, José Fornaris y Francisco Castillo Moreno, tal vez el principal impulsor de la melodía, llegando a convertirse en el himno de los insurrectos, y que actualmente es el himno nacional cubano, mientras que las canciones de Catalina Berroa, Pepe Sánchez, Pepe Banderas o Rosendo Ruiz, entre muchos otros, corrían de boca en boca, mal que le pesase al gobierno colonial. Y pese a las prohibiciones, los Guaracheros (trovadores), mezclaban sus ritmos con los de los negros curros, a cuyos ritmos ponían voces a veces los coros de Guancancó y, por supuesto, las comparsas.
Pero no será hasta la década comprendida entre 1920 y 1930 que la música popular guajira experimentará un auge inusitado, dados sus ricos ritmos y múltiples matices con claros elementos folklóricos como forma de expresión popular, elementos claramente estructurales, llenos de matices tímbricos, rítmicos y orales, que poco a poco se iban definiendo en un estilo propio, conformando géneros ampliamente utilizados para las más diversas funciones por todos los estratos sociales, pero a su vez con un marcado carácter rural, en el que los distintos modos de uso se transmitían por medio de la práctica, principalmente por tradición oral, y dado que no ha quedado constancia ni hay registros grabados de aquellos primeros años del siglo pasado, resulta difícil recordar o reconocer como eran aquellos ritmos, cantos y bailes primigenios, principalmente porque la música se tocaba "de oído", y a nadie se le ocurrió escribir partituras, aunque algunas eran convenientemente escritas y distribuidas, pero principalmente las de carácter "oficialista". Lo cual no era óbice para distinguir y diferenciar entre una rica y variada cantidad de géneros, que poco a poco, fueron entrando en las vías comerciales, lo que a la larga, contribuyó a su conservación y distribución.
La innegable riqueza de la música popular cubana en lo que se refiere al color instrumental y a sus patrones rítmicos, la hace altamente contagiosa, el bolero cubano, el son, la rumba, la conga y la salsa dieron la vuelta al mundo, haciendo mover el cuerpo hasta al más reacio de los mortales. Y es ya en pleno siglo veinte que la música popular cubana comienza a ocupar el puesto que le pertenece en el acerbo cultural y musical, no solo en el ámbito caribeño, si no a nivel global. Desde los primeros años del siglo todo un ejército de cantantes y compositores cubanos de música popular fueron creando ingentes colecciones de canciones con mayor o menor fortuna, pero con la calidad como abanderada. Danzones, sones, boleros, guajiras, guarachas, pregones, sones montunos, guaguancós, cha-cha-chás, mambos, rumbas, congas y tangos congos, se cuentan entre los más relevantes y populares. Por citar algunos nombres, tomemos como ejemplo los ritmos transmitidos desde Jorge Ankermann (1877-1941), María Cervantes (1885-1981), Manuel Corona (1880-1950), Gonzalo Roig (1890-1970), Ernesto Lecuona (1895-1963) Osvaldo Farrés (1902-1985), Sindo Garay (1887-1968), Eliseo Grenet (1893-1950), su hermano Emilio Grenet (1901-1941), Miguel Matamoros (1894-1971), Benny Moré (1920-1963), Dámaso Pérez Prado (1922-1989), Antonio Machín (1903-1977), Celia Cruz (1925-2003), Israel "Cachao" López (1918-2998) o Compay Segundo (1917-2003), entre otros que sería largo detallar aquí, siendo inmumerables las bandas y orquestas que popularizaron mil y una melodías, dejan ver bien a las claras la cantidad, calidad, variedad, tendencias, y por qué no decirlo, las influencias de los miles de obras por ellos compuestos.

No quiero cerrar hoy este post sin antes hacer mención al estilo musical guajiro por excelencia, la décima, así como a su máximo exponente, y a un cantautor cubano, casi desconocido en España, que no en el resto de América, pero cuya calidad como compositor y cantante está fuera de toda duda: Polo Montañez.
Salvando las distancias, y dejando aparte las connotaciones poéticas de la décima como forma de expresión oral, también se denomina décima al duelo entre dos cantantes con un fondo rítmico basado principalmente en los sones de una guitarra, forma de expresión típicamente guajira. Los amantes del Rap, sepan que los famosos duelos urbanos o en el escenario entre raperos no tienen nada de nuevo, la cosa ya viene de atrás y tiene su miga.
La décima era, y aun lo es, la forma de expresión del poeta popular, del cantante que improvisa sus rimas para contestar a las puyas de su oponente, siempre acuciado por las notas musicales de la guitarra acompañante, que adelanta en el tiempo lo que el poeta-cantante debe expresar de manera cronometrada en sus octosílabos, mientras su oponente, atento a la rima, espera su turno para responder a su vez, en un duelo lírico sin parangón.
Parece ser que el padre de la décima, en lo que a poesía se refiere, fue Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, más conocido como El Cucalambé, pseudónimo con el cual firmaba sus obras, poeta de pensamiento independentista al cual las autoridades coloniales no veían con buenos ojos precisamente por esos mismos pensamientos, pese a que en los últimos años de su vida se vio obligado a trabajar para la administración colonial. El Cucalambé era oriundo de esta ciudad de Las Tunas, en donde este blogcumental tiene pensado instalar su campamento base en cuanto se reúnan los fondos necesarios, y en donde el vate llegó al mundo allá por 1829. Pese a ser hijo de hacendados, el Cucalambé denota en sus versos su origen guajiro, y en ningún momento ocultó sus ansias de independencia, lo que a la larga, fue la causa de su perdida. Y digo pérdida porque a los 29 años, cambió su residencia y se fue a vivir a Santiago de Cuba, en donde terminó por esfumarse. Su desaparición en 1869 en esta ciudad está envuelta en el misterio, ya que su cuerpo nunca apareció y no quedó constancia de su muerte. Lo que sí quedó para la posteridad fueron sus versos, que las autoridades coloniales no consiguieron hacer desaparecer con la misma facilidad que a su autor.
En su honor, todos los años, en la ciudad de Las Tunas, se lo homenajea al padre de la décima cubana durante las llamadas Jornadas Cucalambeanas, las cuales tienen lugar entre finales de junio y principios de julio, en las cuales, poetas provenientes de todo el mundo dan a conocer sus versos en un entorno paradisíaco, la antigua hacienda familiar llamada El Cornito, rindiendo culto a la memoria del bardo creador de la espinela cubana.

Y ya para terminar, no puedo dejar de hacer mención honorífica a Fernando Borrego Linares, cuyo nombre artístico es Polo Montañez. El auténtico representante del alma musical guajira, oriundo de El Brujito, localidad ubicada en la provincia de Pinar del Río, en donde vino al mundo allá por 1955.
A temprana edad ya tocaba la tumbadora, también llamada conga, o congas, porque suelen ir a pares, y luego pasó a la guitarra. Es de señalar que sus conocimientos de solfeo eran nulos, nunca estudió música y todo lo tocaba de oído, con ese saber innato que algunas personas tienen para tocar cualquier instrumento sin haber conocido nunca el interpretar una partitura, siempre de manera autodidacta, acariciándolo, sacándoles sonidos armónicos. Y lo cierto es que ni falta que le hacía. Por desgracia, su carrera profesional, aunque intensa, fue corta. Murió el 26 de noviembre de 2002, a los 47 años, tras sufrir un trágico accidente de tráfico, justo cuando yo acababa de conocerlo, no en persona, que no tuve esa suerte, si no su obra.
En cualquier parte de Cuba, en los restaurantes, en las cafeterías, mercados, gasolineras, etc., allá donde pululen los turistas, es fácil encontrarse a alguien con una bolsa o caja cargadas de CD caseros. El vendedor se nos acercó durante una de estas paradas, en Septiembre del 2002, durante mi primer viaje mientras llenábamos el depósito del coche rumbo a Baracoa, la primera ciudad fundada en la isla por los conquistadores españoles. Revisé someramente el contenido de la caja, y entre Cd´s de reggaetón, de Maná o de Compay Segundo, me encontré a Polo. Como no lo conocía, pregunté al vendedor, más por curiosidad que por otra cosa, quién era aquel personaje que, a través de la carátula del CD, en el blanco y negro de las malas fotocopias, se me acercaba sonriente caminando por la carretera bajo el sol, cubierto por un sombrero de guano y con aspecto desgarbado.
-El mejor guajiro que parió madre, caballero. Lo máximo- Fue la respuesta. Y la soltó con tal énfasis, que allá me quede con los dos Cd que el hombre llevaba del cantautor, Guitarra mía y Guajiro natural. Ya en el coche, y camino de las Tunas, puse en el aparato los recién adquiridos Cd´s. Las primeras notas me sorprendieron, pues lo cierto es que me esperaba algo del estilo de Compay Segundo, o le Elíades Ochoa, otro representante donde los haya del sentir guajiro, no sé, pero la sorpresa fue total.
El alma del sentir guajiro, sus amores y desamores, inquietudes y pesares sonaban a través del audio expresados como nadie por aquel recién descubierto personaje, cuya muerte fue motivo de sentido pesar no solo en el ánimo del pueblo guajiro, sino de toda Cuba en general. El campo perdía su mejor voz, la más carismática y la que mejor supo dar rienda suelta a su sentir. Me enteré de su muerte a un mes de producirse esta, ya de vuelta en España, y mientras ponía un poco de orden en todo el material recopilado. Dejé todo de lado para otro día, abrí una botella de ron que había traído conmigo de ese viaje, puse su Cd en mi ordenador, me coloque los auriculares y, a los sones de su música, bebí a su salud.

Dada la ausencia de material gráfico con el cual adornar este post, ajena a mi voluntad, aquí les dejo algunos enlaces de videos encontrados por You Tube, que servirán para ilustrar un poco más este blogportaje. Disfruten de la música:

TITO PUENTE

CELIA CRUZ AND FANIA ALL STARS (LIVE)

EL GUAYABERO

BENNY MORE

PEREZ PRADO (Piano solo)

COMPAY SEGUNDO

BUENA VISTA SOCIAL CLUB

IBRAHIM FERRER

SILVIO RODRIGUEZ

SILVIO RODRIGUEZ-2

SILVIO RODRIGUEZ Y PABLO MILANÉS

PABLO MILANÉS

POLO MONTAÑEZ

POLO MONTAÑEZ-II

POLO MONTAÑEZ-III
PROYECTO GUAJIRO es una idea original de DAVID POSSE. © 2009. Todos los derechos reservados.

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