sábado, 19 de septiembre de 2009 /

SEGUIMOS A LA ESPERA







¿VACACIONES? ¿DE QUÉ ME HABLAN?
Ya estamos de nuevo en el camino, que diría Jack Kerouac, aunque este más parece aquel largo y tortuoso camino que cantaran los Beatles, ya que tras este lapso o paréntesis “vacacional”, por denominarlo de alguna manera, es hora de volver al tajo, por lo menos, hablando metafóricamente. Y que conste que de vacaciones, nada, no ha sido posible, ya que ni nos dedicamos a la banca ni a la política, únicos personajes que este año han podido irse de vacaciones buenamente. Pero ese es un tema que no vamos a tocar, ya que al menos aquí, no viene al caso.
Comentar que, para variar, y sin que sirva de precedente, no hemos conseguido (de momento), encontrar apoyo, sponsor, patrocinador, etc. La cosa está mala, que dicen en Cuba, y a estas alturas, en que deberíamos estar preparando el equipo y las maletas, todavía estamos esperando que caiga un patrocinador del cielo, pero eso no creo ya que sea posible, del cielo lo único que cae, es agua, cuando no hielo, así que vamos a tener que depender de nuestros propios medios, lo cual solo contribuye a retrasar aún más el inicio de este blogcumental. Qué le vamos a hacer, a la fuerza ahorcan, nos quedamos sin poder documentar adecuadamente el carnaval guajiro, los huracanes, que por suerte, al menos hasta el momento en que esto escribo, no han sido nada espectacular ni destructivo, la cosecha, las migraciones de diversas aves desde Florida y el Golfo de México, etc.… En fin, mejor no pensar en ello. De todas maneras, no perdemos la esperanza y posiblemente en los próximos tres meses consigamos apoyo, que nunca se sabe. Y si no lo encontramos, pues él o ellos se lo pierden. El problema es que conseguir por nuestra parte los fondos necesarios nos va a llevar unos meses. Así que rogamos a nuestros visitantes y seguidores un poco de paciencia, hacemos lo que podemos para llevar este proyecto a buen puerto, aunque sea sin ayuda.
Por ahora, comentar que lo que sí nos hemos perdido a día de hoy ha sido el carnaval, asistir al comienzo del curso escolar y al polémico concierto de Juanes, Víctor Manuel, los Van Van, Miguel Bosé y Luis Eduardo Aute, entre otros, en La Habana. Eso hubiera sido un puntazo, ya que no me hubiese sido nada difícil conseguir “asiento” en primera fila, y no dudo que, moviendo algunos contactos, hubiese conseguido algo más, como alguna entrevista y/o fotos en exclusiva, por ejemplo, lo que hubiese contribuido a lanzar este blogcumental, por no hablar de los indudables beneficios para el o los patrocinadores, pero lamentablemente todo esto se ha perdido… Y aquí no vale decir aquello de “otra vez será”… El carnaval, el comienzo del año escolar, eso sí puede hacerse de nuevo, al menos, el próximo año, pero el tan traído y llevado Concierto por la Paz, ese no volverá a repetirse…
Para ocupar este post y mantener a nuestros visitantes y seguidores entretenidos, vamos a hablar, en grandes rasgos, de cómo el guajiro (y el cubano en general), “resuelve”, como ellos denominan a lo que aquí en España conocemos como “buscarse la vida”, es decir, conseguir aquellos productos que por su escasez son difíciles de conseguir o no están al alcance de todos.


Agro mercado en Las Tunas

Que en Cuba escasean muchas cosas no es nada nuevo, pero el que sean escasas no quiere decir que no se puedan conseguir. Por ejemplo, si entras a una farmacia y pides analgésicos, la dependienta te facilitará no una caja, si no un par de pastillas. Un blíster completo, bajo mano, por supuesto, si pagas en CUC o en Euros, pero nunca una caja entera. Si preguntas, te contestarán que no pueden suministrarte más dada la escasez, pasando seguidamente a meterle mano al traído y llevado bloqueo, entre otras espinosas cuestiones. Bien, pero eso no quiere decir que no haya aspirinas u otros analgésicos en Cuba. Yo mismo tengo llevado en mis viajes kilos y kilos de medicamentos que luego distribuyo (gratuitamente, ojo, no la vayamos a liar) entre aquellos que lo necesitan, principalmente analgésicos, vitaminas, antiácidos, etc., mientras que otros, más “profesionales” (vacunas contra el dengue, principalmente), los suelo donar a algún hospital. De todas maneras, durante mis salidas siempre llevo conmigo algunas cajas, pues en mis visitas es raro el no encontrarse a alguien que necesite algún medicamento, y por regla general, no suele ser la gente a la que visitamos la que los necesita, sino algún vecino. No suelen pedir nada para ellos, de hecho, no suelen pedir, pero siempre te encuentras con algo o alguien que necesita alguna medicina.
Sin embargo, en la calle es más fácil encontrar medicamentos (y quien dice medicamentos, dice cualquier otra cosa), generalmente, partidas que mandan los familiares desde el exterior, y pese a que está prohibido negociar con ellos en beneficio propio, cuando no tienes otro remedio recurres al mercado negro. Recuerdo haber conocido en La Habana a un viejito que vivía a cuerpo de rey gracias a las viagra que su hijo le enviaba desde Miami, y que se venden a precio de oro en la calle. A las puertas de los grandes almacenes de cualquier ciudad, no es nada raro encontrarse diversos personajes que te asaltan a la puerta ofreciéndote de todo, medicinas, colchones, neveras, cocinas, armarios, tabaco, ron, putas… Hay que paliar la escasez como sea, y activar el mercado.
Pero si en las grandes ciudades es más o menos difícil conseguir medicinas, mejor no hablar de las pequeñas poblaciones o de los bateyes perdidos en la manigua. Hasta allí no llegan los “vendedores ambulantes” y el conseguir suministros es un poco más difícil.

Anne Marcela nos muestra orgullosa el certificado que la acredita como alumna del "circulo infantil" (preescolar) Las Tres Casitas, en Las Tunas. Fotografía cortesía de Juan Morales Agüero. http://www.juansobe.blogspot.com/

Sin embargo, la picaresca tampoco deja de tener su intríngulis. Me explico, en uno de mis viajes, contacté con cierta “fundación de autores” que andaban en busca de un representante para Europa, y calibré la posibilidad de meterme en el negocio. El presidente de esa fundación, tras un breve periodo de conversaciones y la firma de algún que otro documento (papel mojado), solicitó “colaboración” en especie, a saber, y entre otros que sería cansino mentar, discos duros, USB, una placa digitalizadora de video, CD´s, cámaras fotográficas digitales, ropa de marca, calzado, ¡hasta viagras!, como “apoyo a su fundación y prueba de buena fe”, todo ello, objetos que en la calle alcanzan un alto precio, y con la cara dura muy seria el fulano, sin perder la compostura, oiga. Obvia decir que terminé pasando de todo.
Decimos que para el cubano medio no resulta fácil el conseguir ciertos artículos que podríamos considerar de primera necesidad y se hace imprescindible el recurrir a la picaresca, qué duda cabe. Por ello no es difícil que el turista se vea asaltado por gentes de lo más dispar, con más o menos buena intención, ofreciendo el cambio de moneda en plena calle (nada recomendado, por supuesto, a menos que a uno le guste el ser estafado con el cambio, es mejor acudir a las CADECA o casa de cambio, cuando no a una entidad bancaria para cambiar divisas), gasolina a mitad de precio, tabaco, que ya he mencionado, y que muchas veces no es el tabaco que compras, si no una hábil falsificación, y por supuesto, mujeres, todo vale para que la economía sumergida se mantenga a flote, ya que eso permite al cubano conseguir productos que de otra manera, o bien le estarían vedados, o bien le sería imposible acceder a ellos no por su precio, ya de por sí alto, si no por su escasez. Recuerdo que, una noche, yendo en el coche desde casa de Livia hasta el Hotel Las Tunas, en donde tenía una habitación, al pasar por una calle, un fulano bajo, gordo y con un bigote a lo Pancho Villa, se me tira delante haciendo grandes aspavientos con los brazos. Yo, pensando que pueda tratarse de alguna urgencia, un enfermo grave al que llevar al hospital o algo así, detengo el coche y bajo la ventanilla. El hombre se asoma con cara sonriente y me pregunta si estoy hospedado en el hotel, a lo cual contesto afirmativamente. Inmediatamente el tipo me larga una arenga del carajo, alegando que en el hotel no puedo llevar mujeres, ya que no me lo permiten, que él me renta un cuarto con una buena cama y pone a mi disposición dos mujeres a falta de una, lo cual me deja un poco perplejo, y a mis preguntas, responde todo serio y medio ofendido que las damas son de toda confianza, pues se tratan de su señora y de su hija. Alegué que estaba casado y mi señora me estaba esperando, y allí lo dejé. Se trata de un hecho aislado, aunque no del todo infrecuente, lo importante es paliar la escasez. Y bien pensado, uno se pregunta qué escasez tendría aquella familia, pues su casa destacaba entre las de sus vecinos y el tipo llevaba encima colgando un montón de chatarra dorada que daría envidia a Míster T, aquel del Equipo A que parecía un catálogo de joyería ambulante… Pero no debemos dejar de lado el tema que nos ocupa, porque lo de la escasez es todo un problema, ya que las fábricas cubanas o las manufacturas de alimentos son más bien escasas, al menos, las que aún funcionan, obligando a la exportación de la mayor parte de los alimentos que en Cuba se consumen, algo que asombra en un país eminentemente agrícola y ganadero. Las mayores carencias de alimentos pueden encontrarse en las grandes ciudades, en contra de lo que sucede con otros productos, a menos, claro, que uno sea turista, pero ese tema no viene al caso, ya que aquí no hablamos del turismo. En las pequeñas poblaciones, sin embargo, pese a la escasez de medicinas, refrigeradores, aire acondicionado, etc., sucede lo contrario que en las grandes ciudades, pues los alimentos no son tan escasos, ya que la gente usa su ingenio en la producción, aunque básica, de productos de primera necesidad, y no es extraño encontrar un patio transformado en huerta, con mangos, yuca, tomates, lechugas, etc., cualquier cosa cultivable y que no es fácil conseguir en el mercado, por lo que la manufactura casera de galletas, pastelitos, turrones de maní, huevos o tomate triturado, entre otras y por poner algunos ejemplos, están a la orden del día. Obviamente, los precios de venta varían de una región a otra, y así, en La Habana, un tarro de tomate triturado, que en el interior cuesta un puñado de pesos cubanos, puede venderse por varios CUC (moneda convertible cuyo valor es similar al del euro).
Ni que decir tiene que esta industria sumergida a nivel local, por no decir personal, es la que contribuye a paliar la escasez de esos mismos productos. Casi todo el mundo cría sus propios cerdos, conejos, gallinas, guanajos (pavos), y cultiva lo que puede para su consumo personal, vendiendo el “excedente” a sus vecinos, ya que los camiones con suministros, o no andan a la hora, o son a su vez escasos.
Y vamos con un buen ejemplo, hablando de la picaresca del cubano para “resolver”, nada mejor, aparte de pasearse por las entradas de cualquier centro comercial que venda en divisas, que darse una vuelta por un mercado agrario, o agro-mercado, como se denominan. Allí puede encontrarse también de todo sin dar muchas vueltas. Este tipo de mercados suelen estar ligeramente rodeados de algún tipo de vallas, no muy altas, en cuyo interior pulula un ingente número de personas que, como en cualquier otro mercado, van de un puesto a otro buscando aquello que necesiten, comprando, vendiendo, sorteando a la policía y sobre todo, regateando. En mi vida vi nada tan variopinto, una mezcolanza de gentes de todo tipo y colores, voceando sus mercancías, generalmente productos agrarios, llamando al visitante ofreciéndole cualquier cosa, y no es extraño que alguna mulata o criolla te llame al paso gritándote aquello de “Oye, chico, ven acá, mira que Papaya más linda tengo”, toda una declaración que da lugar a muchas interpretaciones, no todas correctas, principalmente si tenemos en cuenta que el órgano sexual femenino también recibe en esas tierras la denominación de Papaya, debido a su similitud entre ambas, una vez cortada la fruta a lo largo, a la cual, para evitar este tipo de equívocos, se la llama Fruta-Bomba (a la fruta, no al órgano femenino). Ni que decir tiene que es raro que alguno no se acerque a ver la “linda Papaya”, llevándose así alguna que otra desilusión. Son cosas que pasan.
Pero ya antes de entrar y de sumergirse entre la vocinglera multitud, el visitante, al igual que en los centros comerciales, es asaltado por algunos personajes que ofrecen a la venta todo aquello que uno no va a encontrar en el interior del agro mercado. Marisco (principalmente, langosta y camarones, pero también ostiones), carne de res, de tortuga o de cocodrilo, cuando no de Manatí (todos productos prohibidos por el Gobierno, pero fáciles de encontrar en el mercado negro), huevos, leche, y un buen número de productos que no es fácil encontrar, por no hablar de los consabidos rones, tabacos y putas (recordemos que en Cuba, la prostitución está prohibida, de ahí este tipo de ofrecimientos por todas partes), que tan alegremente ofertan sin el menor problema, y que solo estos “sin licencia” pueden conseguirte. Obviamente, los sin licencia son aquellos que no tienen permiso para vender oficialmente en el mercado, lo cual no es óbice para que lo hagan. Basta ver aparecer un uniforme policial para que se esfumen como la niebla impulsada por el huracán, pero a la que los uniformes se pierden de vista, ya están allí de nuevo. Ni que decir tiene que los comerciantes que sí tienen permiso dan cobijo a estos sin licencia, también conocidos como los que venden por la izquierda, o por lo bajo, para entendernos, ya que entre todos se ayudan y se reparten los beneficios. Uno puede preguntar por cualquier cosa, que si el vendedor no la tiene, enseguida da un par de voces por sobre el griterío que impera en estos mercados, llamando a algún otro “compadre”, que no tarda en aparecer a tu lado, y por un módico precio, en pesos cubanos a los naturales, y en CUC si te ven cara de guiri, te facilitan sin problemas el artículo solicitado. Qué duda cabe de que es la mejor manera de combatir la escasez y la crisis.

Sofía Morales y Anne Marcela en su primer día de preescolar, luciendo sus uniformes. Fotografía cortesía de Juan Morales Agüero. http://www.juansobe.blogspot.com/


Por cierto, exceptuando la del mercado, las imágenes que ilustran este post no vienen al caso, ya que tendría que estar hablando del comienzo del curso escolar, y no ha podido ser así. Juan Morales Agüero es periodista, corresponsal en Las Tunas del periódico Juventud Rebelde, de La Habana. Autor del libro POSTALES TUNERAS, publicado por la Editorial Sanlope en el año 2005, y nos envió estas fotos del comienzo del curso escolar, dada la imposibilidad de poder documentar nosotros mismos el evento, lo cual me ha obligado a improvisar. Gracias, compadre, te debo unos rones, o unas cervezas, a escoger...

Anne Marcela posa para la posteridad en su primer día de "círculo" en compañía de algunos de sus compañeros de aula. Fotografía cortesía de Juan Morales Agüero. http://www.juansobe.blogspot.com/

Bueno, de momento, esto es todo, hasta la próxima semana, gentiles y amables visitantes, a ver con qué puedo deleitarles. Gracias por estás ahí y por seguirnos.


PROYECTO GUAJIRO es una idea original de DAVID POSSE. © 2009. Todos los derechos reservados.

comentarios (1) / Read More